lunes, 11 de noviembre de 2013

Bitácora de Buenos Aires día tres

La mañana de hoy me levanté feliz y adolorido, los kilómetros recorridos el sábado fueron demasiados. Recorrí kilómetros en San Telmo, kilómetros perdido, kilómetros de encuentro y kilómetros en las pista de bailes en las milongas. Hoy me quedé en casa la mañana y la tarde, cebe mate, preparé almuerzo y descansé, pues tenía una agenda nocturna importante. Empezar por la milonga de la Plaza Dorrego, camino desde Independencia, a cinco cuadras de mi destino, unas gotas repentinas y dudosas dispararon la alarma. Los pronósticos de lluvia que los meteorólogos argentinos tercamente anunciaban sin éxito para todo el fin de semana, por fin se cumplieron, seguro que les prendieron velas a los santos. Había quedado en encontrarme con una amiga de Lima que ha viajado a Buenos Aires con su madre, cuando llegué a la plaza la vi bailando bajo la garua. Al encontrarnos, por fin, el organizador de la milonga en la plaza al aire libre anunció que se cancelaba por las inminentes precipitaciones. El abucheo de la gente lo hizo retractarse y anunció una ultima tanda, sin más bailé con mi amiga, a medio tango se desató el diluvio y así empapados y pisando charcos terminamos el baile, una sensación extraña y única, bailar bajo la lluvia. Dejando que los vientos de mi destino encaminen mi camino por Buenos Aires, mi preparativo para lluvia fue ninguno, pero la suerte no me abandonó. Ursula mi amiga peruana abrió un paraguas y gozamos caminar, muy juntos, por Buenos Aires bajo la lluvia. Nos encaminamos hacia la Glorieta de Barracas, donde hay una milonga callejera también los domingos, en un parque pero bajo techo, al llegar allí la humedad del ambiente y una fina bruma que emanaba de las yerbas le daba a la glorieta la apariencia de estar levitando sobre nubes. El Monte Olimpo, me dije al ver las columnas, con 50 dioses felices bailando y jugándose al mismo tiempo la suerte de los mortales que castigaban con un diluvio. Cómo acompañar a los dioses en el palacio, fácil lleve una entrada VIP de mi amiga Dorothea ( tea es antorcha e iluminó mi camino) y me presenté al organizador con recomendación incluida. Fui , no cabía de otra por la sincronía de los acontecimientos, bien recibido. Bailé protegido de la lluvia por aquel palacio reservado a los amantes del tango, primero con Ursula y después con una chica llamada Eliza quien bailaba excelente. Me dio toda la confianza para seguir bailando y me orientó hacia mi próximo destino, la milonga del Floreal. Qué regalo recibí en Dorrego? una chacarera doble que bailé orientado por Eliza, inolvidable. La milonga del Floreal está al final de Buenos Aires, al fondo a la derecha, sí, allí donde los turistas no se atreven, no pueden o no atinan. En un antiguo barrio de proletarios de Buenos Aires, la milonga se realiza en el club de la zona, las casas antiguas aún no han sido colonizadas por los imponentes y prepotentes edificios grises que pueblan el centro. aún se ven jardines que dan a la calle y árboles antiguos son testigos persistentes de una continuidad de tradiciones. Bajé del bus un poco nervioso para orientarme, pero a las dos cuadras de caminata cual canto de sirenas escuché un tenue tango que terminó por guiarme, una leyenda en una pared blanca marco final de mi camino: " Club Ciencia y Labor", que nombre más acertado. Si antes llegué al monte Olimpo, por las condiciones meteorológicas, la milonga del Floreal fue como llegar a la casa de Cronos, donde vivían los Titanes, padres de los dioses. La calidad de baile, de música y de gente en la milonga era impresionante, profesionales casi todos, muchos jóvenes expertos bailarines, viejos de curtido talento, extranjeros, sólo los que aparecen en youtube demostrando su sapiencia y mis amigos, Simon, Carmen y Asunción mis protectores y guías en este viaje. No puedo describir ahora lo que fue, pero les diré que había mucho espacio para bailar, que la música estuvo excelente, que las pizzas y las cervezas eran artesanales, que gozamos con una gran demostración y que mientras escribo estas líneas se me dibuja una sonrisa. Increíble, bailé muchísimo y mi amiga Asunción me dijo: "Cuidado que te vayas a morir en Buenos Aires, se te va a romper el corazón con tanta emoción". Una vez más en colectivo a la viruta, fascinante con mucho espacio, con los mejores del Florean y compartiendo viaje con quien hizo el show en la milonga. Esta vez no comí medias lunas, me tomé un Cuba Libre, no era para menos....

No hay comentarios:

Publicar un comentario