martes, 12 de noviembre de 2013

Bitácora de Buenos Aires día cuatro, primera parte

Cómo empezar a narrar esta noche? Por el final derrepente, sentado frente a la computadora a las 4 de la mañana y comiendo una picadita casera con pan, queso camembert, bondiola y jamón, un vaso de vino y escribiendo. Llego del salón Canning, si sé que muchos de ustedes me la recomendaron y sé que no les he hecho caso, hasta hoy. Tengo la paciencia de que el viento me empuje en la dirección adecuada y llegó el día del salón Canning. Para empezar fui a esta milonga de una manera muy diferente, llegué en pareja. Vestidos los dos ligeramente formales atravesamos el largo corredor que une la calle con la milonga, las paredes blancas y con fotos tangueras nos recibieron y una chica muy amable nos atendió en la entrada. Mi amiga Asunción pasó por delante, como corresponde, luciendo su largo cuello. En la entrada pedimos la reserva de una mesa que nuestro amigo Simon había reservado, nos sentaron en un mesa en la esquina, para dos, al lado exacto de la pista de baile, una ubicación inmejorable, teníamos el lugar perfecto para ver y ser vistos. Pedimos dos copas de vino y dos vasos de agua y comenzamos a percibir el ambiente tan particular de este sitio. Aquí vienen milongueros argentinos, gente que sabe y gusta de bailar, profesionales algunos y también extranjeros quienes prueban su suerte y habilidades. Juntos, en la mesa de privilegio, Asunción y yo contábamos nuestras impresiones del viaje, la suerte de haber conocido a Carmen y Simon, y que ellos se hayan convertido en nuestros Boss, osea, nuestros caudillos, a quienes seguimos ciega y felizmente todas las noches. Abandonados a nuestra suerte esta noche en ves de sentirnos angustiados y desprotegidos, estábamos relajados y aliviados de que nuestros jefes descansen, pues no podemos negar que nos preocupa un poco el hecho de que ellos siempre estén siendo amables y atentos con nosotros. En ese estado de animo dejamos pasar las tandas, conversando, mirando y comentando. La milonga del Canning es muy especial, la vestimenta de los asistentes, los cuadros enormes de la pared, la distribución de las mesas, la pista de baile de madera, las luces violeta que nos llenan de color, los bailarines disfrutando, la energía vibrante y el orden calmo completan la fotografía. Sobre la madera cada uno en su estilo dibuja la pista, veíamos una a una pasar las parejas, algunas dibujaban a pincelas, otras a brochazos, otras tiraban la pintura hacia donde cayera. Pero esa particularidad, variedad y diferencia sólo hacia que se cree un mágico encanto. Desde que llegué a Buenos Aires he tenido la gran suerte de siempre estar en las milongas de los Titanes (así llamaré desde ahora a los profesionales del tango que bailan exquisitamente y uno se queda boquiabierto por su capacidad y control) eso es algo extraordinario y en algún sentido es a la vez irreal, pues es un ambiente maravilloso y a la vez mágico, te sientes en las nubes pero con un miedo enorme a aterrizar. En el Canning vez a los bailarines reales, a los de carne y hueso, a los sacerdotes y sacerdotizas, que ejercen la religión pero cada uno desde su secta privada. Media copa dentro y refrescados con el líquido amable y transparente del agua decidimos que ya era tiempo de compartir la pista con quienes estábamos observando durante seis tandas. Comenzó una tanda rarísima que no había escuchado nunca, pero que bailamos muy seguros y desenfadados, yo estaba con la tranquilidad de haber sido exorcizado hace un par de horas, ya les contaré. Bailando como nunca antes me trasladé por el filo de la pista de baile en todo momento. Me sentí respetado y juntos, Asunción y yo, robamos muchísimas miradas. Con la tanda finalizada y con dos sonrisas relajadas regresamos a nuestra mesa. Conversamos, le dije:"Fíjate a los que van bien vestidos, los que están exageradamente elegantes, ellos están así porque quieren resaltar y decirnos a los demás que estamos en su milonga, en su casa. No puede ser que sea cómodo bailar con saco y corbata, estar impecables y no despeinarse, nosotros somos clientes, somos invitados, pero ellos son los dueños, eso está muy bien". Asunción me dijo: "Te das cuenta de que estamos en el mejor lugar del mundo para hacer tango?", asentí y ella prosiguió: " Cuando empiezas con el tango piensas en el mejor lugar donde el tango está, donde se siente y nosotros estamos aquí" decía esto con mucha tranquilidad y ninguna excitación. Prosiguió: "Yo no soy como ustedes, Carmen, Simon y tú, yo no soy fanática, no me conozco los nombres de los bailarines, no sé las orquestas ni los nombres de los tangos." Hizo una pausa, y continuó: "Pero míranos ahora, estamos en el mejor lugar del mundo... y qué?!" la sonrisa de mi rostro le hizo saber que la entendí perfectamente. Sí, estábamos en el mejor lugar del mundo y estábamos relajados, integrados como uno más, habíamos saludado a los maestros del Florean, bailábamos sin ningún complejo ni presión, la pista se nos abría delante, robábamos miradas entre quienes estaban sentados y estábamos relajados, tranquilos, metidos en nuestro tema en nuestra conversación y observando. Sin ninguna excitación. ...Y qué?! La orquesta empezó a tocar, primera vez que voy a una milonga con orquesta, es una maravilla, una sensación y la milonga cambió y nuestra excitación de nuevo por las nubes, tangos primero, luego la orquesta misma hizo una cortina de bolero, tres valses fueron lanzados desde el escenario, tres milongas nos empujaron a la velocidad, el goce y la improvisación, luego los tangos de nuevo. Y en eso! los primeros acordes de "Nido Gaucho", al estilo DiSarli, el abrazo se cerró, las mejillas se tocaron y los latidos del corazón se sincronizaron, hacía tac y hacia tic y no recuerdo más de estar bailando sobre algodones. La orquesta se retiró, los abrazos se rompieron, las copas se agotaron y el agua nos regaló un alivio final. Esta noche teníamos la satisfacción de dormir relativamente temprano, tres de la mañana. A la salida del Canning reservé mesa para mañana, volvería, y esa noche tocaría el Sexteto milongero. al cruzar la puerta notamos un letrero: "Se reserva el derecho de admisión y permanencia"... Y qué?! Continuará segunda parte más tarde son las 5:52 y necesito dormir.

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