sábado, 16 de noviembre de 2013

Bitácora de Buenos Aires día seis, de vacaciones de mis vacaciones en La Plata

De regreso en mi pequeño y acogedor piso de Buenos Aires, la ciudad palpitante. Baje del bus que me trajo de la frondosa y apacible Ciudad de la Plata. Compré unas facturas en la avenida 9 de Julio y saludé al Obelisto que salió a darme la bienvenida. Llegué al edificio en que me hospedo y le toqué a Ruth, mi amable inquilina, para contarle de mi regreso. Ella me retó y se quejo conmigo por no avisarle que me sentí mal el día que fui a la guardia ,yo me reí pues al final lo único que pasó es que tuve una buena anécdota. Como me recomendó el doctor salí de la ciudad de Buenos Aires a que me diera el sol y buscar el trinar de pajaritos. La Plata es una ciudad pequeña en comparación a Buenos Aires. Anteayer bajé del bus que me trajo desde la Metrópoli en Plaza Italia. A la Plata se le puede definir como una ciudad moderna, fundada a finales del siglo 19 para ser la capital de la provincia después de Buenos Aires. Diseñada desde el principio es una ciudad modelo que se plasmo en planos y se construyó integra luego. Recuerdo que hace algunos años mi amigo Luis María me la describió: "La Plata está diseñada con una avenida que es un cuadrado que circunda toda la ciudad, dentro de este hay un damero de calles que se cruzan y forman una cuadrícula. Luego hay dos diagonales principales que cruzan todo el casco urbano y varias diagonales auxiliares que cruzan bloques de seis cuandras. Las intersecciones de las calles y las diagonales forman plazas y óvalos lo que permite que esta ciudad tenga muy pocos semáforos y un circulamiento fluido de sus habitantes." Me lo decía sentado junto a su esposa en Lima. Luis María es una amigo arquitecto que viaja alrededor del mundo a ver obras impresionantes de arquitectura, un apasionado pues. Llego al Perú a conocer la obra de los incas y cuando pasó por Lima nos regaló una clase de tango con su esposa. Nos advirtió que enseñaba tango milonguero, para bailar socialmente, pasos chicos y mucha comunicación con la pareja y orientado solamente a disfrutar. Fue para mi en su momento una gran inspiración. Luis María, luciendo una barba canosa crecida y un pelo un poco largo para su edad que le daba un aire juvenil prosiguió: "En la calle principal se edificaron las principales construcciones de la ciudad, están museos, el teatro, la catedral, la legislatura, la casa de gobierno, el correo y las más amplias plazas de la ciudad". Con Luis María me voy a ver pronto en Mar de Plata, eso espero, en Lima además de la clase nos encontramos en una milonga y compartimos una hermosa cena frente al Golf de San Isidro donde mi amiga Edith fue la anfitriona. Prosiguió: "En el borde norte de la ciudad se construyeron un Zoológico, La Facultad y El Estadio, todo rodeado de un gran bosque." Bajando del bus decidí caminar para ir conociendo la ciudad descrita por mi amigo arquitecto. compré un mapa y emprendí la caminata. Mi primera impresión al llegar fue una que no me ha abandona: Llegué a Argentina en primavera!... Como estas eran vacaciones de mis vacaciones, decidí portarme como un turista más, no escribiría ni tampoco bailaría tango, los zapatos los dejé en Buenos Aires descansando. Caminando la ciudad de La Plata pude notar la tranquilidad de sus habitantes, todo se mueve a menor velocidad que en Buenos Aires, mi médico estaba en lo correcto, la gente estaba en las calles y plazas, disfrutando de un sol espectacular y relajándose en restaurantes que ponen mesas y sillas en las veredas. Su esplendor, frondosidad y bella arquitectura hizo que saque la cámara y como un poseído comience a disparar del gatillo a culpables e inocentes. En Buenos Aires no he tomado muchas fotos, porque no he visto el sol muy a menudo. Lo que pasa es que yo estoy en la Buenos Aires del tango una ciudad que ofrece sus mejores manjares en la oscuridad de la noche. Estoy llevando, como nunca, una vida de Bohemio. En el medio de la plaza Italia yo estaba más perdido que cuy en tómbola, peruanismo que define la sensación de un roedor forzado a ser parte de un juego en donde lo ponen en medio de unas cajas con hueco en la que se mete, la gente escoge un número de caja o color y le apuesta, cuando el cuy nervioso, de los gritos y de la gente que le grita para que entre en la caja a la que apostaron, decide introducirse en una para escapar de la algarabía se reparten los premios a los afortunados y el pobre cuy descansa hasta su próxima inmolación en la arena romana, así yo andaba y dos hombres uno joven y el otro curtido con mostacho me dieron las claves de moverme en una ciudad tan fácil y de tan buena urbanística. Las plazas y las construcciones de la ciudad se me ofrecían con poses sensuales para que les tomase una foto. Saqué el revolver de capturar momentos y no paré hasta dejar 300 muertos. No tomaba fotos desde que dejar de estudiar periodismo primero y cine después, disfruté tanto haciéndolo que me impuse la tarea de fotógrafo y cambiarla por la de escritor mientras esté en La Plata. Cuando llegué a su bellísima Catedral y su hermosa plaza San Martín donde con mucha tensión el Palacio de Gobierno desafiaba a la Catedral en un duelo de modelos para miss universo. Yo el beneficiado, era el fotógrafo. Decidí tomar un refresco en un bar que queda bajo las escaleras de la Catedral un rincón muy bello donde tomé más fotos y me relajé libando agua de manzana. Tomé luego un taxi hacia mi destino, la casa de mi sobrina. Mis primos el Ché y Rocío son muy divertidos, me reúno con ellos por lo menos una vez al mes a tomar un vinito cuando cae la tarde en San Borja, conversamos de todos nuestros problemas y nos reímos de ellos, las desgracias se convierten en chistes y las frustraciones en oportunidades, buena terapia. Me recibió Nicolás, la pareja de mi sobrina, Estaba cortando el pasto pues comeríamos un asado en la noche en honor a mi viaje. Lo ayudé en la tarea con el rastrillo, juntando hierba recién cegada en primavera, cree un lazo muy lindo con la tierra, mi médico estaría orgulloso. Cuando terminamos salimos a comprar por el barrio de los hornos, un barrio simpático más allá de la avenida circunvalación y el plano antiguo de la ciudad. Me dió muy buenas sensaciones y creí haber llegado a un Resort Cinnco estrellas fuera de la ciudad pero a 10 minutos del centro. Ni planificado lo hubiese logrado. Compramos en esas bodeguitas donde se juntan los chismes los perros que andan solos por las calles y los vecinos ceban mate o conversan con el bodeguero las ultimas de la tarde, las ultimas de la tarde esta vez fui yo un peruano rarísimo, muy mal vestido integro de negro en una ciudad calurosa y de primavera. No pensé muy bien al salir. Hicimos todas las compras y al regresar mi sobrina ya estaba esperándonos en casa. Al abrazarla sentí la mayor cura que se puede ofrecer a un enfermo de sobredosis tanguera: la familia. Luego llegó Pablo con aire desenfadado como siempre. Venía de trabajar, estaba pintando, paredes señores no crean tampoco que conocí a Miguel Ángel, en todo caso sería un Miguel Ángel en relación a los boliches y su afición a la cerveza, que ahora controla muy bien. La luna salió en todo su esplendor y como en los Hornos no hay edificios, nos iluminó toda la noche. Las carnes en el asador con el asador, Nicolás. Él es especialista en gastronomía y sabe con perfección como hacer un buen asado, mi prima estudia en la universidad administración, juntos formaron una empresa que se especializa en comercializar pastas artesanales y pizzas con masa integral, también venden productos envasados y en píldoras de medicina natural peruana. La biodiversidad de mi país hacen que crezcan plantas milagrosas que curan las más variadas enfermedades extrayendo de la tierra amazónica su exuberancia, de la de la sierra su resistencia y de la costa la fortaleza de los valles en el desierto. Comímos muy felices del delicioso asado, la mejor carne que he probado en la argentina hasta el momento. Tomamos unos vinos y unas cervezas, conversamos animadamente y formamos nuevos lazos. Ahora no sólo ellos estuvieron en Perú sino que también yo los visité en su casa, en su barrio. La noche se estaba alargando y como no me pude aguantar pregunté a mi sobrina si conocía una milonga en La Plata. Ella me contestó que había tomado clases de tango hace mucho tiempo y que su profesor hacía una milonga en el centro, Pablo amablemente se ofrecio a llevarme en su camioneta destartalada. Me subí al amacijo de chirridos que era su auto y encaminamos a la milonga, Pablo no se podía quedar, yo me enfrentaría sólo a la milonga en La Plata. Otra vez no me pudo aguantar, me llamó más el tango, Doctor mil sorrys. Tengo que salir a una milonga continuaré mañana la descripción de la noche en la primaveral ciudad de La Plata.

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