miércoles, 13 de noviembre de 2013

Bitácora de Buenos Aires día cinco

Buenos días queridos amigos. Es la mejor noche que he dormido en Buenos Aires! Ayer de regreso de la milonga no escribí, preferí dormir como debe ser. Bueno, quiero que estén todos muy tranquilos, yo me encuentro muy bien. Delante de ustedes de repente haya unas líneas inquietantes, pero quiero que sepan que todo fue un exceso de precaución de mi parte y que no ha pasado nada más, que el gasto de dos taxis extra. No quiero que se preocupen, sino que piensen, como yo, todo lo contrario, que actué sensatamente y a beneficio propio. Además pude conocer una experiencia muy grata de esta ciudad y asimilar una habilidad nueva: el control de mis emociones. La mañana de ayer me levanté con un sobresalto, como cuando uno se levanta de una pesadilla y tiene ganas de salir corriendo a la calle. Había dormido apenas dos horas y no podía conciliar el sueño. Me levante cebé mate, un montón de mate y me puse a escribir como un poseído durante tres horas la segunda parte de mi día cuarto. La emoción de estar en Buenos Aires y por fin poder soltarme a escribir sin ningún complejo, más las cosas fabulosas que me han pasado me han desgastado emocional y físicamente. A lo nuestro, la historia. Terminé de escribir muy excitado y desde que me desperté había sentido mi cuerpo muy raro. Primero contenía en el pecho una tremenda angustia y soledad. También me sentía muy débil e inapetente y tenía dolores en el cuerpo en lugares que nunca había tenido. Adormecimientos extraños y palpitaciones en el corazón raras hicieron que entre en un cuadro de ansiedad y me empiece a preocupar. Decidí tomarme todo con mucha calma y descansar, pero no pude, la angustia me poseía con sensaciones extrañas y nuevas. Me bañe y salí a golpe de 2 de la tarde hacia la farmacia que tengo cerca, pensaba comprarme una aspirina que me regule el corazón. Al llegar la boticaria me preguntó qué quería y le conté que sentía palpitaciones extrañas en el pecho, soy un boludo total y dramático. Ella cambió el rostro y me pregunto: "Pero qué querés", le dije: "una aspirina que me regule las palpitaciones". Ella me explico que la aspirina solo limpia la sangre y no regula nada de nada. Le dije que me sentía angustiado y preocupado. Me preguntó si quería medirme la presión y yo accedí, pero tenía que esperar y estar en una farmacia con una boticaria y preocupado esperando no me hizo sentir nada bien. Ella me dijo: "Si querés podés ir a la guardia que queda aquí a la vuelta y allí hay médicos que te pueden ver" , yo le pregunté que si ella pensaba que era la mejor y asintió. Recuerden estoy viajando sólo en esta ciudad y una parte importante de viajar en estas condiciones es ser muy precavido y cuidarse a sí mismo. Me encaminé a la guardia, que es lo que en Perú le llamamos sala de Emergencia, vi a un policía y le pedí indicaciones él me dijo que tenía que caminar unos 20 metros, pero que donde yo me dirigía era una clínica privada, que lo mejor era ir a un hospital del estado que estaba a 13 cuadras, el hospital tiene como nombre Durand. Paré un taxi inmediatamente y me fui al hospital. Le conté un poco al taxista mis síntomas, aclarando que estaba ecuánime y que si bien sentía una tremenda angustia la estaba controlando. El taxista muy amable me hablaba: "Esto que dices vos, es lo mejor que puedes estar haciendo, aveces se sube la gente, va al hospital y no dice nada, si se desvanecen en el taxi se convierten en mi responsabilidad y yo no sé que tuvieron. Ahora vos conversas conmigo y si te pasa algo le puedo decir a los médicos los síntomas que tenés". Luego me describió lo que tenía que hacer, ir a cierta ventanilla, decir mis datos, aclarar que era extranjero y no tenía obra social. "Vos no digas que tenés obra social, seguro para los peruanos, si lo decís te van a comenzar a preguntar un sin número de datos y van a hacerte mil preguntas y vos lo que querés es que te atiendan", me dijo, "llega a la ventanilla y decíle que es urgente, dale bajá estoy exactamente en la puerta... y suerte". Le pagué muy agradecido y comencé a buscar la susodicha ventanilla, no encontré a nadie. Luego habían unos enfermos esperando. Me dijeron que no había nadie en la ventanilla para que me atendiera porque había habido un incendio y la sala de la guardia estaba toda ocupada. Pero si creía que era urgente tocara la puerta y alguien me atendería. Lo hice y salió un joven y me pregunto lo que quería, le dije tengo estos síntomas y no me siento bien. Él me dijo que me sentara y esperara a que estuvieran más desocupados. Me senté y saque la libreta con la que ando por Buenos Aires en la mochila. Comencé a escribir mis datos, mi dirección, teléfono de contactos en Lima, teléfonos de contacto en Buenos Aires, el Número de mi DNI, el nombre de mi padre y hermanos y mi dirección, mi nacionalidad, que era turista y el número de días que estaba en la ciudad, que eran cinco. Todos los datos útiles para que si en el caso me desvaneciera encuentren en mi libreta lo necesario para avisar a mi familia. Me dieron ganas de irme así que toqué nuevamente la puerta, salió otro joven vestido como doctor, pero sin bata y me dijo: "Mirá si es urgente te puedo atender pero no tenemos camilla" le dije que no me importaba, entre a la sala. Es una edificación de cuartos de mediano tamaño comunicado por corredores, la mayoría de habitaciones no tienen puertas y los médicos la transitan con la velocidad de quienes tienen una tarea urgente y saben muy bien cómo hacerla. Estaban los enfermos del incendio, no estaban quemados, en su mayoría eran señoras que tenían una crisis de histeria y rpoblemas de respiración, nada grave. Yo sentí inmediata confianza, me preguntaron mis síntomas y muy cortésmente me preguntaron si quería que me midiera la presión. Entendamos una cosa, el practicante que me atendió me preguntó, no me ordenó lo cual me dió mucha confianza. Se apareció de pronto una joven y linda practicante con forma de hablar muy dulce y me hizo otras preguntas, yo hablaba muy calmado y ellos me respondían de la misma manera. Ahora eran tres lo practicantes quienes me atendían y conversaban conmigo sobre mis síntomas y yo estaba muy extrañado de que se me prestara tanta atención, pero algo me tranquilizaba, creo que era el dulce cantito argentino de la joven practicante. La practicante era bajita de metro cincuenta, carita dulce y pelo castaño con ojos azabache. El siguiente practicante muy alto, pelirrojo, con mucha barba, se le notaba fuerte y rudo, quien me atendió primero era rubio y simpático, muy amable y atento a que yo siempre accediera, o no, a hacer algo. Me dijeron que tenían una camilla para que me sentara a medirme la presión, que si no me molestaba compartir la sala con un delincuente, cuando me dijeron eso no me preocupó, pero al entrar a la sala vi a un tipo de unos 23 años sin polo y la cabeza rota, esposas en la mano y a su lado un policía. Angelita, como llamaré a la primera practicante, me cogió la mano y me dijo que no me preocupara que estaba todo bien, mientras Doogie Howser, el practicante que me atendió primero, ponía su estetoscopio en mi pecho. Eric el Rojo, el practicante fortachón, se puso entre mi campo de visión y el delicuente, y cruzó los brazos como vikingo en guardia, dándome toda la confianza del mundo. Me tomaron la presión y otras evaluaciones tópicas y me dijeron que iban a consultar con el médico de guardia, les dije que prefería no seguir esperando en esa habitación con BARRABRAVAMEROMPIERONLACABEZASOYUNPELIGROSIENCUENTROUNBISTURÍPERDIDOPORALLI, osea el delincuente de al frente. Ellos asintieron. Conferenciaron con un doctor y los tres mosqueteros se me acercaron a darme los resultados de mis exámenes. Mi temperatura estaba bien y mi pulso normal, la presión ligeramante elevada, pero muy dentro de lo normal. Angelita me recomendó hacerme un chequeo general al llegar a Lima para descartar hipertensión, pero que ella no creía que la tuviera, Eric el Rojo, que puso sus dedos enormes en mi yugular para medir mis palpitaciones me miraba seriamente como diciendo: "tenés que portarte bien", Doogie Howser me dijo que no tenía que preocuparme medicamente. Yo estaba parado en medio de la sala y ellos me rodeaban. Era momento del diagnóstico, les dije: " yo creo que esto es estrés emocional, con un ligero cuadro de ansiedad", ellos asintieron, continué: "También esto se ha juntado con un agotamiento físico y las pocas horas de sueño, concuerdan?" todos concordaron. A un metro de nosotros una doctora de guardia se había acercado a oír las conclusiones. Angelita me dijo que si quería podía llamar a siquiatría para que alguien converse conmigo, le dije que en este caso específico no se aplica y que un psicofármaco solo alteraría más los nervios, Eric el Rojo movió su barba en aprobación. Con el diagnóstico hecho, me animé a dar la receta: "Hoy debo concentrarme en descansar, evitar las emociones fuertes, hidratarme y comer ligero", Doogie Howser me sonreía. Yo seguí: " me iré a casa en taxi, prepararé ensalada de frutas y tomaré agua, toda la tarde descansaré en pijama y pensaré en cosas alegres, no fumaré y no tomaré licor por hoy". La doctora de turno se veía muy divertida. Les dije también que esta noche iría a la milonga pero estaría muy tranquilo y nada excitado, ellos no lo vieron peligroso pero me recomendaron acostarme temprano, yo asentí. Los tres mosqueteros me desearon buena salud y que continúe con el viaje, Angelita me dijo: "Espero verte pronto" a lo que yo respondí: "no se ofendan, pero preferiría que no" a lo que todos nos reímos. Llegado a casa pensé en lo maravilloso que son los hospitales argentinos, se preocupan por atenderte antes de nada, ni me preguntaron el nombre. También te dejan hacer tu diagnóstico y seguir tus propias recetas y más importante los médicos te tratan con mucho respeto. Algo más, no me cobraron absolutamente nada. En casa ya tranquilo, tomé conciencia de que había obrado mal, la montaña rusa de emociones de los últimos días había sido muy intensa y yo no había tomado ninguna precaución, había dejado que todos las emociones ingresaran sin ninguna garita de control y la intensidad de sentimientos me había sobrepasado. Me puse pijama y prepare mi ensalada de fruta, Kiwi, plátano, manzana y durazno. Puse a Marco Aurelio Denegri en el youtube, Bayly y Pataclaon para moderar mi nostalgia y espere a las nueve de la noche. Me bañé y fui a la milonga caminando, eran unas 13 cuadras hasta el Salón Canning, hoy se presentaba el Sexteto Milonguero. Muy conciente de mi nueva meta, mi caminata fue lenta y calmada. Un paseo tranquilo donde me concentre en disfrutar de la calle y respirar. Mi humor había mejorado mucho pero tampoco permití ponerme muy alegre. Mi objetivo principal ese día era controlar mis emociones y mantenerme alerta, respirando tranquilo y sin agitarme. Llegué al Canning muy sosegado, traspasé el corredor y empujé la puerta. Frente a mí un señor mayor me preguntó si tomaría la clase a lo que yo le dije que no, que estaba agotado y lo mejor sería descansar, pero que tenía mesa reservada y que me gustaría ver la clase. Me dijo: "Muy bien sentaté y cuando llegue la persona que cobra le pagás" yo le agradecí y fui hacia la mesa. La clase la daban Julio y Corina Balmaceda. Habían argentinos y extranjeros por igual y todos rodeaban la pista de baile mientras los maestros daban la clase. Julio Balmaceda a adelgazado mucho desde los videos que vi en youtube, Me contaron el segundo día que llegué aqui que estaba siguiendo una dieta. Le ha salido un mechón canoso por delante que le queda muy bien. La Clase la daban en inglés y en español en simultaneo, Julio estaba describiendo un paso con ocho atrás y traba, para luego seguir con la inercia y salir en un giro. Decía: "tienen que generar el ocho atrás y a la vez con el pie buscar el de la mujer"..."rodeenla con el brazo, así.... Look, in the moment my shoulder around". Terminaba la explicación los aprendices retomaban la practica y Corina y Julio se acercaban a ellos y los iban corrigiendo. Corina se acercó a una pareja de extranjeros, los observo muy atenta e hizo el papel de barón con la pareja del gringo explicándole a la vez "... You lead the woman this over,.... Now! yo can go around". Yo estaba sentado con una felicidad muy calmada y diferente de los días anteriores muy controladito y sin hacer mucho esfuerzo físico. Como tenía la milonga por delante decidí comer algo así estuviera inapetente. Lo pensé bien y fui caminando lentamente a la barra con pasos de tortuga y me pedí un refresco de naranja con azúcar una empanada y un sanguchito de pan de miga. La azúcar y la harina me darían la energía que gastaría en la milonga, pero como eran bocaditos no afectarían mi sistema. La clase se terminaba y los elegantes personajes de la Canning comenzaron a poblar las mesas. el tema de la elegancia en la Canning es muy importante, la gente de diferentes nacionalidades va con sus mejores galas, se ha preparado un año o más para este viaje y tienen un conjunto especial separado para esta milonga. Quienes conocemos de tango sabemos que el Canning es como un templo y que a la iglesia se va vestido de domingo, en este caso de tango. Juntos Julio y Corina dieron las ultimas indicaciones: " Tienen que sentir a la pareja y estar atentos, lo importante es saber lo que estamos haciendo y no el paso"...." The step its not important, important the moment...." Me acerqué a ellos me presenté y les dije que no había tomado la clase porque estoy con agotamiento físico y guardaba mis fuerzas para la milonga, les agradecí la clase y también les dije que los admiraba un montón, ellos me sonrieron y agradecieron mis palabras, al ver bien a Julio Balmaceda no pude no acordarme de Ricardo Darin, tienen un aire parecido. La milonga empezó esta noche el propio organizador de la milonga, Horacio, musicalizaba. Ya lo había saludado y ahora estaba en mi mesa cambiándome los zapatos. Esta vez la experiencia fue totalmente nueva también, era la primera vez que estaba solo en una milonga que conocía y que sabía ya su funcionamiento y ritmo. entonces comencé a bailar, muy tranquilo y lento, relajado, sin exitación. empieza el desfile mises universo, Primero , por respeto y locación salí a bailar con una argentina elegante en sus movimientos, segunda tanda, rusa muy técnica, tercera, colombiana calidez caribeña y cuarta Italiana con lazo en el cuello. Me senté y vi Llegar a las chicas norteamericanas que conocí el primer día y me presentaron a Simon. Marilyn y Yamila, sonrientes como siempre, También en esos minutos hizo su entrada Asunción con su elegancia acostumbrada y sencilla propia de Toulouse. Noté que se había pintado los labios y se lo hice notar. Nos sentamos en nuestra mesa, la misma que compartimos ayer, y conversamos lo que me había pasado en la mañana, le dije que su advertencia tenía mucho sentido cuando me dijo que se me iba a romper el corazón de la emoción y que de ahora en adelante me tomaría las cosas con mucha, mucha calma. Le conté luego de la clase mientras las tandas se sucedían y le dije. A mí me gusta mucho Julio Balmaceda, lo habré visto cien veces en youtube. Ella sonrió y me dijo con su acento español y francés: Sabes quien más está en youtube?", negué con la cabeza, "Nosotros", me dijo ella, "Ayer en el Canning nos filmaron mientras bailábamos". Objetivo del día, la calma. Así que controle mi emoción y le dije: "Qué bien, esto va a ser una bomba cuando lo escriba en el Facebook". Asunción: "Simon me contó, luego me va a pasar la dirección, ese chico sabe todo lo que sucede en el tango" con una sonrisa serena asentí. "Señoras y Señores, aquí en el salón Canning el Sexteto milonguero!!!" dijo el presentador. Los acordes agresivos y dulces del Sexteto comenzaron a llenar la sala de vibraciones violetas. Asunción y yo estábamos a escasos 4 metros de la Orquesta y tocaron para abrir un tango desconocido. La gente no salió a Bailar y nos quedamos todos, embelesados, escuchando la orquesta y a su imponente cantor. Su enormidad y musculatura junto con sus cabellos muy largos y barba se contradicen a su dulce voz, carisma y su sonrisa que emana a raudales desde el escenario. Acabo el tango y los aplausos no pararon hasta los próximos acordes del bandeoneón, violes, contrabajo y piano. el ruido de las manos agitas paró y los pies comenzaron a ser ahora los protagonistas. Las manos ahora formaban abrazos, las mejillas se juntaron y la milonga comenzó a girar en un calmo remolino. Yo era parte de esa mística y también obedeciendo los mandatos junte mi mejilla a la de Asunción. La voz del escenario comenzó a decir:
"Vagar con el cansancio de mi eterno andar
tristeza amarga de la soledad
ansias enormes de llegar.
sabras que por la vida fui buscandote
que mis ensueños sin querer vencí
que en algun cruce los dejé
mi andar apresuré
con la esperanza de encontrarte a ti
largos caminos hilvané
leguas y leguas recorrí por ti
después que entre tus brazos pueda descansar
si lo prefieres volveré a marchar
por mi camino de ayer"
Mi tango preferido del Sexteto. Con mi habilidad adquirida, gocé serenamente y pude observar con más cuidados muchos de los hermosos detalles que la componen. El sexteto tocó luego dos Cahcareas, los milongueros nos resignamos y unos extraordinarios bailarines Taiwaneses hicieron maravillas en la pista de baile, giros rapidísimos y zapateo ingrávido, una belleza que el conjunto del Canning reconoció con aplausos. Asunción me señalo al Cantante del Sexteto y pude de ver cómo mientras cantaba y tocaba gozaba la exhibición de los bailarines. Tanto así que los nombro y pidió el aplauso para ellos. "...De dónde son?" dijo, "Taiwán!" grito la mesa de los chicos, y la sonrisa enorme de Javier Di Ciriaco iluminó el destino de todos. Antes de acabar su presentación bailaron para todos la pareja integrada por Miriam Copello y Cristian Correa. Exelente, dos tangos y una milonga impresionante, los de reflejos de sus pasos marcaron mi retina. Y también Carlos Copello miraba con la seriedad y orgullo de padre a su hija. Terminó el show y yo me iría descansar, pues ahora soy cociente de ello, si quiero disfrutar, serenidad, respiración y descanso. antes de irmele agradecí a los músicos del Sexteto e intenté comprar su disco pero no pude. Al acercarme a la violinista Marisol Canessa y contarle que organizo La Maleva en Lima me dijo: " Para Organizador el disco en gratis" la besé y me fui ilusionado. Hoy me voy a la Plata, a visitar a mi querida sobrina. Los zapatos de tango se quedan en Buenos Aires, parte de la receta del doctor, que terminé siendo yo mismo, es tomarme unas cortas vacaciones de mis vacaciones.

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