Maleva Milonga es un espacio para bailar tango en Lima, abierto todos los domingos de 6:30 a 10 de la noche. Ubicado en el Centro de la amistad Peruano Chino: Avenida de la Peruanidad con jirón Mogaburos, Jesús María, Lima - Perú. Encontrarás aquí una excelente pista de baile, una exquisita selección musical, unos amigos sinceros y buenos bailadores. A cambio se te pedirá brindar tus mejores sentimientos en un abrazo. Te eperamos...
jueves, 21 de noviembre de 2013
Bitácora de Buenos Aires, día nueve, segunda parte
Después de bailar con la rusa y ver bailar a Mariano con la chica que me recomendó, tomé con calma mi copa de vino y pude observar con detenimiento el lugar. En la Morán hay personas de todas las edades, desde niños que corretean por todo el lugar y ven con curiosidad a los bailarines, hasta los viejecitos y viejecitas que solo van a comer rico y escuchar y ver bailar tango. luego están la mayoría, una mezcla de argentinos y extranjeros, que bailan muy reljados y rodeados de anuncios de tiendas de la zona. Una mecánica, otra tintorería, otra de autobus, una sastrería , es muy simpático y típico, sobre la cancha cuelgan banderillas adosadas a pitas de colores. alrededor del escenario hay focos de distintas luces, rojas, azules, amarillas y verdes que le dan un aire muy simpático al local. Los músicos afinaban los instrumentos y probaban la consola de sonido, se iban acomodando en orden para tocar más tarde. Terminada la cortina decidí salir a bailar, me tropecé con el mozo que llevaba las viandas de comida y traspasé toda la pista de baile hasta llegar a la mujer que me recomendaron. La saqué a bailar y ocultando lo ojos aceptó. Bailamos un primer tango y de verdad que se sintió muy bien. era muy pequeña, de cabello muy negro, su expresión no era muy relajada, se veía mas bien nerviosa. bailamos nuevamente y en su antebrazo izquierdo tenía una cicatriz grande, el brazo derecho lo tenía pintado con un tatuaje, como ropa un vividí y un pantalon pegado que asemejaba a unos jeans. terminó la música y me dijo con una voz áspera y apagada: "te vi que te acercaste, pero al verme sin zapatos te arrepentiste", yo le dije que tenía razón y que lo sentía. ella miró hacia otro lado. sudaba con gotas gruesas pero bailaba lindo, muy rápida y presente, con giros controlados e improvisando con adornos, aunque por la estatura no llegamos a juntar nuestro pecho, sentí en su baile una profunda melancolía. al terminar el tercer tango rehuía mi miraba y veía a las mesas, de un lado y del otro,, ya quería parar, era como si estuviera avergonzada de volver a la pista y sintiera la necesidad de huir de un imaginario castigo. Cuarto y ultimo tango, lo di todo y me puse más juguetón y arriesgado y ella respondió con mucha destreza a mi torpe marca. Cuando acabó la tanda nos despedimos y ella con pasos cortos y rápidos volvió a ocultarse en su rincón, detrás de las mesas. La historia de sufrimiento que debe tener la mujer con la que recién bailé me conmovió y entendí que el Tango también es, con sus letras descarnadas, un lugar para no sufrir solo y que la música puede ser de alguna forma cómplice del dolor, así sus letras tristes y melancólicas cobran mucho sentido. Lo comenté al día siguiente con Ricardo en la Floreal, él es tres veces subcampeón de tango en el metropolitano, un tipo bien bacán y divertido sencillo y acequible. Me dijo que aveces pasa, que cuando un hombre abandona a la pareja de tango, esta no puede recuperarse. Eso también e sentido en algunas milongas, ese machismo y presencia de dominación en lo masculino, ese marcar el territorio. Será así pues el tango, aunque yo me quiera quedar en la inocencia de la Morán, me enfrentaré a esa fuerza arrolladora en otras milongas. Continuaré luego, estoy sin pesos porque compré los pasajes a Mar del Plata, creo que tengo más que contar de la milonga del Morán
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