jueves, 3 de agosto de 2017

La Maleva vuelve

Extraño los domingos de milonga, levantarme en la mañana y revisar la música. Desayunar fuerte para no tener que almorzar y estar ligero para la hora del baile. Verificar las luces, las extensiones y los cables, encontrar con suerte una tanda especial. Cerrar los ojos y darle imaginariamente la bienvenida a todo el mundo, verlos llegar y reconocerse, hacerse amigos. Salir en un taxi cargado de cosas, masticando la clase preparada en la semana, una clase que siempre quiso ser original y transmitir más que nada las herramientas para divertirse y apasionarse en la pista de baile. Llegaba siempre a un lugar dormido, casi siempre me tocaba baldear, darle un baño al piso y ponerlo digno para el gran honor de ser dibujado por los bailarines. Luego de probar el sonido y así en soledad y con alto volumen escuchaba los más lindos tangos, el eco del espacio lo magnificaba y empezaba la ecualización, me decía a mi mismo en esos momentos "pronto cada eco se convertirá en paso, pronto los sonidos serán carnes y colores, anhelos y sudores, siempre con mucha gracia". Y ya llegaba la hora, muchas veces llegaban los amigos temprano, en pareja y con ellos el alivio de los nervios, porque cada milonga, cada domingo era un estreno. Los primeros siempre fueron los más afectuosos y les hacia escuchar algunos tangos y se sentía muy bien compartirlos. Llegaban alumnos, nunca fuimos demasiados y me tocaba hacer de los dos roles, lo que intenté trasmitir siempre fue confianza, lo otro llega solo, en la pista de baile. Cada milonga fue especial y cada lugar le dio carácter, pero la Maleva siempre fue más que el lugar y funciono en plazas, en discotecas, en Bares y en la calle. Y encelada los domingos la Maleva siempre me reclama que levante la música, que reciba a los amigos, que vea la coreografía de las chicas con las piernas cruzadas esperando que acabe la cortina. Este domingo se acaba la Nostalgia, la Maleva vuelve a Bailar.....


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